El año 1997 constituye el hito reciente más importante en la evolución de las fiestas de Navidad en San Lorenzo de El Escorial.

A ello contribuye la estructuración de las fiestas sobre la base de intentar crear un evento que, por una parte, satisfaga la demanda y las necesidades de la población local y que, por otra, tenga una vocación de atractivo turístico que contribuya a potenciar las visitas a San Lorenzo de El Escorial en un momento del año en el que tradicionalmente las frecuencias de visitantes venían siendo bajas.

A partir de este año las Fiestas de Navidad se impulsan mediante la creación del Belén Monumental, la dotación de una sede estable al Belén tradicional en la Sala de Exposiciones de la Casa de Cultura, la mejora de la Cabalgata de los Reyes Magos y el impulso al conjunto de actividades que tienen por objeto la celebración de esta fiesta. En quince años el Belén Monumental se ha convertido en una actividad cultural, que, por una parte, es desarrollada de manera artesanal por personas motivadas que incesantemente se preocupan por introducir aspectos innovadores en su proyecto; que, a su vez, es apreciada por el conjunto de personas, religiosas o no, que viven y celebran de manera especial este momento del año, y que, finalmente, constituye un reclamo turístico de gran nivel tanto por su originalidad, es el único de estas características que se realiza en España, como por su capacidad de atracción sobre el segmento de turismo familiar.

Madres, padres, abuelas, abuelos, tías, tíos, familias enteras, en definitiva, cuentan con una cita ineludible para llevar a las niñas y niños de la casa a disfrutar de esta maravillosa fiesta abierta a todos los públicos.

 Quienes lo visitan cobran un especial protagonismo al pasar a formar parte del Belén Monumental como si fueran una figura más. Únicamente sus atuendos, su dedicación al ocio y a la contemplación de las escenas y su carácter vital les diferencian de las figuras dispuestas para su deleite.

Es obligado fotografiarse con las figuras más emblemáticas del Belén. Algunos prefieren las más tradicionales del Nacimiento, los Reyes Magos, la Anunciación, etc. Otros intentan captar imágenes que incluyan alguna parte del Monasterio al fondo.

Los más pequeños gustan de fotografiarse con el extraordinario elefante de más de tres metros de altura, o con las criaturas más pequeñas: jirafitas, elefantito, etc.

Los camellos, las ovejas y las cabras son otras escenas de animales preferidas, aunque los más intrépidos prefieren el tigre enjaulado o la cuadriga romana. Los hay que se entremezclan con las figuras mercadeando productos artesanales que hoy son imposibles de adquirir como antaño.

En definitiva un paisaje urbano que se transforma y nos traslada en el tiempo haciendo partícipes y protagonistas a quienes lo visitan y sienten una experiencia única que les evade de lo cotidiano disfrutando con su familia y amigos.

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